viernes, 11 de noviembre de 2011

En aquel viaje conocí a mujeres excepcionales...


Conocí a una mujer que se caso si estar enamorada, pero jamás se separó de aquel hombre que tanto la adoraba, de entre todos sus hijos me llamó la atención la más pequeña de todos ellos, una niña de ojos dulces llenos de ilusión que había sufrido como una mártir durante su corta vida.
Conocí a una madre protectora, que anteponía su familia por encima de cualquier excusa.
Conocí a hijas y a madres, conocí a amigas.
A una mujer que lo dio todo por amor durante toda su vida hasta que enloqueció de amargura, y
un hombre que supo defender todo lo que tenía menos a una loca que le dedicó hasta su ultimo suspiro.
Sé de amigas que no supieron ser amigas, de personas que se convirtieron en animales y animales tratados como personas. Vi el dolor en ojos ajenos y escuché latir corazones enamorados.
Conocí a la mujer que le destrozó la vida al hombre que se enamoraba de una mirada, de ella lo último que supe fue que se caso y fue feliz, de él que murió solo en algún lugar del mundo.
Conocí a mujeres que vendían su cuerpo a los hombres más adinerados de la ciudad por tomar un par de copas rodeadas de elegancia.
Una mujer trabajadora y otra mujer que prefería la vida contemplativa, mujeres con sueños y otras con pesadillas. Conocí a la mujer que odiaba por envidia y a la mujer que se creyó la reina del mundo hasta que le mataron la ilusión.
Vi a mujeres que se reían de los hombres y hombres que se aprovechaban de esas mismas mujeres.
Conocí a esa mujer que se refugia en los brazos de cualquiera que desprendiese el calor que él ya no le daba, las conocí que vivían noches locas y aquella mujer que nunca pudo amar por miedo a sentir.
Conocí a mujeres que se hicieron amigas, amigas que fueron amantes y amantes que perdieron la cabeza para escapar juntas.
Conocí a esa clase de mujer que no se rinde y es solidaria y a su hermana gemela que se daba al consumo sin medida.
Vi crear el dolor, lentamente, vi inyectarlo en victimas de amor que no supieron levantar la cabeza.
Conocí a la mujer que encontró a su media naranja y a la que prefirió quedarse con su medio limón.
Conocí a muchas mujeres excepcionales, conocí a abuelas y bisabuelas, madres, tías, primas, hijas y sobrinas, conocí a amantes, amigas y enemigas, conocí a grandes mujeres, conocí su amor, su dolor y el daño que podían causar, experimenté el entregarse por completo, el perder y el ganar y de todas ellas aprendí, todas ellas me dejaron su consejo y crearon lo que soy hoy.

A todas ellas, Gracias.

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