sábado, 15 de marzo de 2014

Un beso a las estrellas.

Llevaba demasiado tiempo enfadada, contigo, conmigo, con el mundo y con la injusticia de ir perdiendo aquello que más he querido. Cambié las lágrimas por la rabia y sentí ese impulso que te lleva a odiar todo aquello que se escapa a tu razonamiento, hasta que un día explotas y todo ese dolor contenido se convierte en pesadillas.
Esta vez no hablo de amor, esta vez hablo de la pérdida de un ser tan querido que el simple hecho de pensar que jamás volverás a verle sonreír te hace sentir lo miserable que puede llegar a ser la existencia del ser humano. La muerte no se supera, aprendes a convivir con ella, sabiendo que algún día vendrá a por ti y en el caso de los más afortunados, aquellos que creen que hay algo más allá de esta vida, te vuelva a reunir con tus seres más queridos.
Hoy te diré que te echo de menos a cada minuto, no tengo la certeza de volver a verte, pero lo espero, daría mi vida por abrazarte una vez más, decirte cuanto te quiero y pedirte perdón por todos aquellos momentos que no pasé junto a ti.
En algún momento de nuestras vidas todos nos enfrentamos a casas llenas de recuerdos que perdurarán por siempre en nuestros corazones, si ya es tarde para decirle cuanto le quieres no temas llorar, dicen que las lágrimas limpian el alma y si aún estás a tiempo no pierdas la oportunidad de demostrar a tus seres queridos lo importantes que son en tu vida, no es un signo de debilidad, por el contrario el valor de abrirte a la gente que te rodea te llevará a vivir en paz contigo mismo el resto de tus días, pero claro, esta es solo mi opinión.
En memoria a mi abuela Carmen, no hay nadie mejor por quien volver a escribir.