viernes, 4 de junio de 2010


Tras una larga noche de lectura se queda dormida en el sillón y comienza a soñar, como siempre que duerme un sueño tras otro y una vez más aparece él en uno de esos amargos y a la vez dulces sueños. Despierta sobresaltada, está sonando su telefono, ya son las once de la mañana, coge el movil y mira la pantalla, como si de brujeria se tratase es él quien llama insistente.
-¿Si?
-Despierta preciosa, en media hora paso a recogerte.
-No me dará tiempo.
-No valen escusas, hoy te sorprenderé.
-Te quiero.
-Lo sé.
Se da una ducha rapida, se lava los dientes, disimula el cansancio con antiojeras y se va al armario, coge los pitillos oscuros y una olimpica negra, seca su oscura melena dejandola caer sobre los hombros, por ultimo esos zapatos de tacón que él le regaló y una cazadora. Baja las escaleras a toda prisa y ahi está, esperandola apoyado sobre su reluciente moto, lleva unos vaqueros rotos, una camiseta oscura y su cazadora negra. Cuando la ve aparecer se quita las gafas de sol con esa chuleria que le caracteriza y sonrie tan pícaro como siempre, le da un beso y uno de los cascos.
-Sube princesa.
-¿Donde vamos?
-A perdernos en el fin del mundo.
Ella se abrazó fuerte a su cintura y apoyó la cabeza sobre su hombro, el arrancó la moto, cogió velocidad y ambos desaparecierón en el horizonte. Lo último que supe de ellos es que nada jamás les volvió a separar.

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